La iniciativa de la Fundación Sumergi2, en el marco de la Teletón 2017, contará con el apoyo de la U. San Sebastián a través de las carreras de Ingeniería en Expediciones y Ecoturismo y Kinesiología.
Cerca de 300 personas en situación de discapacidad podrán practicar buceo en la piscina de la Escuela de Oficiales de Carabineros, el sábado 2 de diciembre, en el marco de la Teletón 2017. La iniciativa de la Fundación Sumergi2 contará con el apoyo de la Universidad San Sebastián a través de las carreras de Ingeniería en Expediciones y Ecoturismo y Kinesiología.
Esta iniciativa partió hace cuatro años con la fundación que encabeza el capitán de Carabineros, Luis Torres, buzo profesional y líder de esta iniciativa que paulatinamente se ha ido masificando y convirtiendo en espacio de recreación terapéutica.
Él y su equipo de voluntarios, han sido testigos de los avances en la recuperación de personas que llegaron sólo con el deseo de hallar un espacio para recrearse. Uno de esos casos inspiradores fue el del ingeniero ambiental Francisco Rayne de 27 años, quien en septiembre del año 2015 quedó parapléjico tras sufrir una enfermedad que se llama mielitis transversa.
“Es una lesión de la médula espinal que me dejó sin poder moverme desde el tronco hacia abajo. Perdí toda sensibilidad y la capacidad de controlar mis piernas. Los médicos no me daban ninguna posibilidad de mejoría”, cuenta el protagonista de esta historia. Rayne estuvo seis meses internado en un recinto asistencial y después comenzó una rehabilitación intensiva con kinesioterapia en el hospital de San José de Maipo. En ese período, supo de la existencia de la fundación a través de un familiar, quien lo puso en contacto con el capitán, Luis Torres.
“Al principio –relata- estaba medio complicado porque no me podía desenvolver bien en mi vida cotidiana, andaba en silla de ruedas y tenía total incertidumbre de que me iba a ocurrir en el agua, lo que significaba meterme a la piscina, ponerme un equipo, respirar y todo lo que conlleva el buceo, porque hay varias dificultades que se presentan al no tener el control de tu cuerpo”.
El joven agrega que “lo primero que debes ver es cómo te relacionas con el agua, porque yo como que no tenía un timón, me iba para todos lados, pero estaban los monitores que me iban ayudando y guiando. Al comienzo te sientes un poco desesperado, pero te enseñan a relajarte y vas tomando confianza”.
Rayne explica que el hecho de estar en contacto con el agua y bucear, le permitió desarrollar el equilibrio, “porque se produce un estímulo en toda la piel y además el agua te quita la gravedad, lo que permite que te puedas parar, lo que en otras circunstancias no habría sido posible”.
Los progresos fueron lentos, pero recibió el apoyo y la motivación no sólo de sus instructores sino también de otros alumnos que se convirtieron en una familia. De hecho, un año después de su lesión medular trató de pararse y dar unos pasos en su casa, pero sufrió una caída y se fracturó la cadera. “Estuve otra vez hospitalizado y tuve que partir de cero en mi recuperación. Ahí el buceo fue crucial porque la frustración que sentí fue súper grande”.
Hoy, ya lleva casi dos años buceando y está feliz porque pudo dejar la silla de ruedas y utilizar un andador o burrito para volver a caminar.
Rayne destaca que gracias al apoyo que ha tenido en la fundación, “hoy estoy en búsqueda de nuevas oportunidades profesionales y postulé a un doctorado. Por eso, creo que se necesitan más opciones como ésta, para las personas en situación de discapacidad tanto en el ámbito laboral como en el estudio y los espacios de socialización”.
Buceo de 100 metros
El otro protagonista de esta historia, el capitán Luis Torres dice que cuando vio los resultados de Francisco se planteó el desafío de que otras personas y con distintos tipos de enfermedades pudieran acceder al buceo. En la actualidad han atendido a más de 300 familias y tienen 25 alumnos. Por eso, su deseo es que la Buceotón sea un espacio para “darle una oportunidad a jóvenes y niños de vivir una experiencia que pueda cambiar un minuto de su vida”.
Las personas que asistan a esta jornada recibirán una clase teórica y les entregarán el equipamiento necesario para nadar bajo el agua. También realizarán ejercicios de motricidad para preparar su inmersión y luego podrán bucear ida y vuelta por la piscina en una distancia de 100 metros y acompañados por tres instructores.
Jorge Pizarro, académico de la carrera de Ingeniería en Expediciones y Ecoturismo de la U. San Sebastián señala que «el buceo como toda actividad física genera la liberación de endorfinas y además contribuye a que las personas se relajen. Además, bucear permite tener un contacto con la naturaleza porque se puede practicar en el mar o un lago».
Además enfatiza que acceder al buceo en el caso de personas con capacidades diferentes también tiene un impacto social, psicológico y emocional, además de brindar la posibilidad real de rehabilitarse y desarrollar todas las potencialidades que ellos tienen.
“Se trata de lograr que tengan autonomía y sean funcionales, porque entre quienes participarán en el buceo hay personas con discapacidad visual, auditiva, niños con síndrome de Down o con parálisis cerebral, además de gente con daño en la columna vertebral producto de una enfermedad o accidente y personas que presentan autismo”, dice el docente de la USS.
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